- Leche escasa.- María tiene 46 años, siete hijos y dos nietos a su cuidado, y pesa menos de 45 kilos. Recibe a las religiosas en el patio de la casa. Todas son malas noticias. "¿Y tu hija?" "Sigue internada en la Maternidad; el bebe está con respirador". "¿Cómo están los otros chicos?" "Me le han quitado la leche a la Candela, porque ha cumplido los dos años. Pero todavía está con bajo peso. Así que le estoy dando de la leche de Alexander, pero no me dura porque me dan un solo kilo por semana". "No te aflijás, María, mañana te traemos la leche", la tranquiliza la hermana Patricia.
- Perdido en la droga.- "Ya no sé qué hacer con mi hijo. Mire lo que es la pieza de él, todo ha vendido ... ¡hasta la cama!", reniega una vecina ahogada de dolor. La habitación de madera está casi vacía, solo hay una goma espuma rota que oficia de colchón sobre el piso de tierra. "Yo misma lo he llevado a Misiones (para la rehabilitación) y se ha vuelto. La mujer se le ha ido con la bebé de dos años porque él seguía consumiendo esa porquería", relató. "¿Y ahora dónde está?" "Juntando botellas para vender y comprar droga". "Hay que seguir insistiendo", la consuela la hermana. Luego explica: el camino de preparación para la fazenda dura un mes, y una vez que entran están un año allá. Les hacemos pruebas de fortalecimiento de la voluntad, los acercamos con la oración. Cuando está listo puede ir a cualquiera de las fazendas (las de Buenos Aires, Misiones, Córdoba o de Aguilares, y se va a construir otra en El Cadillal). La fazenda no usa medicación, la recuperación se hace por los vínculos afectivos y con la fuerza de la esperanza. El problema de la droga es que los chicos están muy solos, experimentan mucho abandono. Acá en el barrio no se pueden desarrollar, no saben leer, y muchas veces en el paco encuentran una respuesta a su soledad".
- Siete para una sola cama.- En la casa de Karina Roldán hay un drama. Su suegro, don Perito (55 años) está en cama. La hermana Patricia se acerca y le toca la frente. "Este hombre está volando en fiebre, ¿porqué no lo llevaron al hospital?" "No tengo para el boleto, hermana", le responde Karina cuyo rostro se replica en los de sus hijos de 6, 5, 4, 3 y 1 año. En la casilla solo hay un dormitorio con dos camas, en una duermen Karina, su marido y los cinco hijos, y en la otra, el suegro enfermo. De pronto, irrumpe Isabel en la escena. "Ya viene la asistente social para llevarse a don Perico. Él no tiene que estar aquí, porque tiene su casa. La otra chinita, la nuera, lo ha corrido, siendo que él es el dueño de esa casa". Don Perico llora sin siquiera abrir los ojos. Pero no por la fiebre ni porque le hayan quitado la casa, sino porque lo abandonó su mujer. Y ya nada le importa. Cuando escucha "asistente social", Karina se larga a llorar a los gritos: "no quiero que me quiten los chicos, aquí no va a entrar ninguna asistente social". La calman, sacan a Isabel de la habitación y esperan al médico. Don Perico sigue sin consuelo.
- Con $ 280 por mes.- Isabel Santillán tiene 45 años y vive al lado del gran basural. Tiene seis tachos de agua. Los vecinos hacen reserva porque hay un solo caño en el sector. Recibe una ayuda del gobierno de $ 280 para ella y sus seis hijos. No puedo pedir otro plan porque me salta en la Anses. "Tres días a la semana voy a cuidar autos a la avenida para poder comprar los remedios de la diabetes y del corazón", cuenta. Desde la casa se escucha la voz de uno de sus hijos, que todavía está en cama a pesar de que es mediodía. Casi inmediatamente viene otro adolescente, sangrando por la nariz. Isabel olvida la charla y sale corriendo a atenderlo...
- Homenaje al locutor.- A la salida del barrio se ve una pequeña casita con letras celestes pintadas a pincel que dice: FM 102 El Angel David. Pertenece a Daniel Acuña y María del Carmen Juárez, los padres de David, que falleció hace siete años y ocho meses en la autopista, cuando tenía 16 años. "Lo mataron para robarle $ 21, pero él no dejó que le quiten la plata. Ahí está, en un cuadro", dice Daniel señalando la pared con los billetes y la moneda como trofeo, para burla del asesino que no logró salirse con la suya. Aunque se llevó el mayor tesoro de los Acuña. "Una vez mi hijo dijo 'yo quiero ser algo en la vida, quiero ser locutor'. Y bueno ahí tiene su radio", dice Carmen "Negrita" Juárez . Mediante la colaboración de locutores ad honorem la radio está presente en cada latido del barrio. "¡En la cancha de Carlitos están dando chocolatada!" "Los chicos del corito de La Costanera por favor acercarse a la capilla" … y así. Gracias a la radio del Ángel David, el tango, el cuarteto y la cumbia alegran la vida en las casillas, haciendo más llevadero el Purgatorio de La Costanera.